Carlos Meyer Baldó (piloto de la primera guerra mundial)
Carlos Meyer Baldó (1895-1933)
La Primera Guerra Mundial contó con la participación de este aguerrido piloto venezolano, quien siempre llevó con orgullo su herencia venezolana entre sus camaradas y peleó junto a los mejores pilotos del mundo en un conflicto que cambiaría para siempre la historia de la humanidad.
Nacido el 21 de Abril de 1895 en Maracaibo, de padre alemán y madre Cucuteña (pero cuya familia era Tachirense), en 1908 emigra junto a su familia a Alemania. En 1914, apenas iniciadas las hostilidades entre las potencias europeas, se presenta como voluntario en el ejército alemán. Inicialmente fue rechazado debido a su herencia latina, por lo que tuvo que volver a presentarse, esta vez junto a su padre para demostrar que también era alemán.
Combatió contra las tropas rusas durante dos años en el frente oriental, alcanzando el grado de Teniente de Reserva en 1916 a los 21 años y recibiendo la condecoración de la Cruz Hanseática por su valor en combate.
Ese mismo año se vuelve a presentar como voluntario en la recién creada fuerza aérea alemana, creando así una leyenda que aún hoy es conocida por todos los pilotos venezolanos.
Durante los primeros meses, las misiones de Meyer Baldó fueron de reconocimiento. Con el avance del conflicto, los vuelos militares rápidamente se transformaron en vuelos de combate. La destreza y pericia de este piloto marabino llegaron a oídos del legendario Barón Rojo, el mejor piloto alemán de la guerra, quien lo invitó a formar parte de su unidad de combate. El 31 de Julio de 1917 llega el primer derribo confirmado de Meyer al interceptar un avión enemigo inglés.
Este as de combate venezolano terminó la guerra con 4 bajas confirmadas y múltiples distinciones y reconocimientos por parte de sus compañeros y superiores. Firmada la rendición alemana, regresa a tierras venezolanas y se dedica al comercio. En 1931, bajo el gobierno de Juan Vicente Gómez, se convierte en uno de los fundadores del ala militar venezolana. Muere trágicamente en un accidente aéreo en 1933 mientras volaba un avión sobre los cielos de Maracay. Tenía 38 años.
Actualmente, una de las mayores condecoraciones de la Fuerza Aérea Venezolana lleva su nombre; y su espíritu le recuerda a nuestros pilotos, militares y civiles, y a nuestra gente en general, que los venezolanos tenemos el intelecto, la voluntad y la gallardía para estar siempre entre los mejores del mundo.
Comentarios
Publicar un comentario